Imaginando aulas como aviones

Hoy propongo hacer un ejercicio imaginario. Pensemos por un momento que en vez de asistir a una clase (de grado o similar) estuviéramos embarcándonos en una aventura que nos lleve desde nuestra relativa ignorancia hacia la certeza de nuestro vasto desconocimiento. Supongamos por un momento que en vez de estar en un aula de la escuela o universidad, estamos en un avión cuyo objetivo es despegarnos de la forma plana en que solemos pensar habitualmente para llevarnos al avistaje de horizontes que se encuentran más allá de lo que el ojo inhábil alcanza a ver. Mantengamos esa imagen por unos segundos más antes de incursionar sobre el modelo de negocios del transporte aéreo para finalmente compararlo al actual modelo universitario.

Hace un tiempo (tanto que ya ni siquiera recuerdo), me contaron que en el transporte aéreo, lo más caro son todos los costos que implican llevar al avión junto con toda su tripulación de un lado a otro. Desde el punto de vista de los costos, resulta prácticamente indistinto si el avión está lleno o vacío (cuesta casi lo mismo llevar o no pasajeros). Dado que los asientos vacíos no les reportan ninguna compensación económica (si nadie viaja, no hay quien lo pague), las aerolíneas hacen todo lo que está a su alcance para evitar volar con asientos vacíos.

El asiento vacío resulta ser el que cuesta más caro al avión, porque si estuviera ocupado, los costes de ese asiento disminuirían tanto como el monto que su pasajero estuviera dispuesto a pagar por aquél.
Por ejemplo: si mover un avión de 100 asientos cuesta 100 pesos, entonces cada asiento vacío cuesta 1 peso (el costo de mover el avión es independiente del precio al que se pagan los asientos ocupados). Si en un asiento hay un pasajero que paga 50 centavos, el asiento costará al avión 50 centavos menos, dado que el aporte económico del pasajero (por más pequeño que sea) tiende a equilibrar los costos incurridos. Por lo tanto, al avión le conviene viajar con pasajeros para equilibrar los costos del vuelo.
Con esa premisa en mente, las compañías aéreas desarrollaron diferentes prácticas que apuntan al mejor aprovechamiento de las aeronaves (reservas tempranas a precios promocionales, vuelos de último minuto, etc).

Hasta acá, todo muy lindo… pero ¿qué pasa con nuestras escuelas y universidades? A dondequiera que vaya, observo una alarmante capacidad ociosa desaprovechada. Es muy triste cursar materias con bancos vacíos sabiendo que otros podrían ocuparlos tranquilamente y para aprovechar todo cuanto el aula tiene para ofrecer.  Estas son algunas de las interrogantes que se me ocurren:

  • ¿Cuál es el costo marginal adicional que cada estudiante paga? ¿Podría disminuirse?
  • ¿Cuál es el costo para nuestra sociedad? ¿Cuánto le cuestan a nuestra sociedad esos asientos vacíos?
  • ¿Porqué los ex-estudiantes de este tipo de universidades no pueden seguir participando en ellas como miembros vitalicios de un club de ejercicio neuronal?
  • ¿Qué es lo que nos impide invitar a otros a participar como oyentes?
  • ¿Qué estamos esperando para distribuir libremente los contenidos de las carreras y materias para que cualquiera pueda asimilarlos, adaptarlos y aplicarlos en nombre del bienestar social?
  • ¿Porqué privarnos de todos los beneficios que nuestra sociedad recibiría al abrir las puertas del conocimiento a cada uno de sus integrantes?

Tal vez no sean preguntas fáciles de responder, pero creo importante hacérnoslas. Creo que hasta ahora se respondieron con el clásico “no se puede” y considero que ya es hora de comenzar a responderlas de una manera diferente. Las herramientas están a nuestra disposición. Es sólo cuestión de empuñarlas y aplicarlas.

Dejaré para la próxima publicación algunas palabras sobre la distribución y dinámica de nuestro actual sistema de adoctrinamiento estudiantil y profesional.

Charla de Software Libre en UCES

Afiche y flyer Charla Software Libre en UCES
Afiche de la charla

El miércoles 2 de Noviembre a las 19 dimos una charla de “Software Libre” en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Los disertantes y temas a tratar fueron:

  • Fefu Ponce de León, Impacto social del software libre
  • Vladimir di Fiore y Facundo Illanes, Cooperativas de desarrollo de software libre, una oportunidad
  • Leandro Monk, SugarCRM en el mundo real
  • Roman H. Gelbort, LibreOffice
  • Ricardo Di Pasquale, Bases de datos

Los archivos correspondientes a las presentaciones pueden descargarse desde http://url.fefu.eu/slides1 . El audio de la charla puede escucharse en línea a continuación.

Presentación

Impacto social del Software Libre

Cooperativas de Software Libre

Los agradecimientos están en cada una de las presentaciones.

El canon digital embrutece

El día de hoy, el Senado de la Nación Argentina no tuvo mejor idea que sentarse a discutir la mejor manera de aumentar el precio que paga la sociedad por almacenar y compartir información. El proyecto de ley de “Remuneración por Copia Privada” es un refrito del viejo y nunca bien ponderado “Canon digital“. Según la lógica de este proyecto de ley, aquél que compre un producto para almacenar información tendrá que pagar hasta un 75% del precio de venta al público en concepto de “compensación por copia privada“, porque esta ley presupone que el consumidor es un delincuente que compra el producto para a hacer copias no autorizadas (ilegales) de material protegido por leyes de derechos de autor.

Para ponerlo en un ejemplo más simple, esta ley equivale a poner un impuesto a toda la producción de hojas de papel de la Argentina porque con ellas es posible hacer fotocopias de libros y otras obras protegidas por leyes de derechos de autor.

Los resultados:

  1. No importa el destino real del producto adquirido (CDs, MP3, discos rígidos, memorias para cámara de fotos, etc). Todos sus consumidores deberán pagar un tributo adicional a las gestoras colectivas de derecho de autor
  2. Las gestoras colectivas de derecho de autor (como SADAIC, CAPIF, etc) distribuirán los valores recaudados de maneras tan objetables como lo vienen haciendo (para evitar decir que usan el método “a dedo“).
  3. Ensanchamiento de la brecha por el acceso a la cultura. Ya no alcanza con ser pobre, ahora también hay que ser bruto.
  4. Ensanchamiento de la brecha digital por el incremento de los precios de los dispositivos de almacenamiento de datos.
  5. Ensanchamiento de los bolsillos de unos pocos a costas de la riqueza cultural de toda nuestra sociedad.

No permitamos que nos tomen por idiotas. En la página web de Beatriz Busaniche están los nombres y direcciones de correo electrónico de los senadores que están discutiendo este proyecto de ley. Enviales un mail a cada uno, deciles no al canon. Para ellos serás sólo un número, pero entre todos forjamos cifras que pesan.

Actualizo esta nota con una lista de los medios de comunicación gráfica (diarios) que abordaron el problema.

Esta excelente infografía de DerechoALeer te muestra las injusticias de la propuesta. Sigamos atentos.

Cómo publicar una obra con una licencia libre

Con frecuencia nuestras tareas cotidianas nos conducen a pensar, inventar o escribir algo nuevo. Nos pasa cuando tomamos nota de algún curso o capacitación, cuando hacemos una investigación, al presentar un proyecto o trabajo grupal y hasta cuando tenemos ganas de agregar un nuevo anuncio a nuestro blog.

Como resultado de nuestra actividad como autores, cada vez que esto ocurre, surge una nueva obra. A excepción de la correspondencia privada y los diarios íntimos, estas obras suelen ser publicadas de alguna manera para ser compartidas junto a otras personas o entidades que deseen acceder al ejemplar por razones que podemos o no conocer.

Para garantizar que la obra pueda ser distribuida libremente (para que todos puedan aprovecharla), deberás tener en cuenta la licencia con que ésta es publicada. La licencia establece los términos dentro de los cuales la obra puede ser usada (accedida, copiada, adaptada, modificada, etcétera). La elección de una licencia correcta no garantiza la difusión de la obra, pero la elección de una licencia incorrecta para tu obra garantiza una serie de impedimentos que limitan y dificultan su divulgación, así como su acceso, correcto uso y aprovechamiento equitativo.

Por ejemplo: Si escribís un ensayo en un sitio web y lo publicás con “todos los derechos reservados“, quienes accedan a esa página web deberán eliminar cualquier copia del documento que hayan hecho1, porque si hacen una copia (un derecho que supuestamente te reservás porque no permitís que otros ejerzan) vos podrías iniciarles acciones legales2. Que no cunda el pánico. Era sólo un ejemplo que está en las antípodas del tipo de licencia que yo personalmente uso para publicar todo lo que escribo. Podés seguir leyendo sin miedo, este documento fue publicado con una licencia libre 😉

Ahora que sabés que para publicar algo te conviene asignarle una licencia, vamos a ver cómo se hace. Publicar una obra bajo una licencia libre es muy fácil y se puede hacer en tres simples pasos:

  1. Ingresar a la página de CreativeCommons “Ponga una licencia a su obra”
  2. Completar el formulario seleccionando las opciones que correspondan (recomiendo especialmente marcar la opción Permitir modificaciones = “Sí, mientras que las obras derivadas se compartan igual” y enviar el formulario
  3. Agregar a tu obra el nombre de la licencia resultante (como por ejemplo: “Esta obra está licenciada bajo una Licencia Attribution-ShareAlike 2.5 Argentina de Creative Commons3”).  Si el formato lo permite, es recomendable incorporar también la dirección web donde figura la licencia, como por ejemplo: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/ar/

Eso es todo. Ya podés publicar tu obra y dormir tranquilo porque sabés que el sudor de tus neuronas fluirá libremente entre quienes lo consideran de utilidad. Las licencias libres como “CC by-sa 2.5” y otras similares4 promueven el altruismo al permitirnos compartir de manera intuitiva e ilimitada aquello que valoramos. Por el contrario, las licencias privativas, restringen la circulación y criminalizan a todo aquel que copia y comparte la riqueza cultural a la que tiene acceso.

El licenciamiento que elijas para tus obras y trabajos definirá la libertad que le otorgues a tus semejantes, por lo tanto, tenés la responsabilidad de elegir sabiamente.

  1. Vale decir que para que un usuario pueda leer el contenido de una página web, su navegador tiene que hacer una copia de la información que recibe para luego poder mostrarla en pantalla. Esa información descargada suele permanecer en un espacio del disco rígido que se denomina memoria caché. El usuario mantendrá una copia de los datos en la memoria caché del navegador (en su computadora) hasta que la elimine manualmente o la configuración del navegador lo indique (lo que ocurra primero).[]
  2. Al igual que hacen algunas discográficas y editoriales que demandan a cualquier hijo de vecino por cifras siderales a través de métodos oscuros sólo ellos saben cómo calcular.[]
  3. Para mayor información sobre este tipo de licencias, recomiendo leer el libro Cultura Libre de Lawrence Lessing, que también fue publicado con una licencia libre, así que no vas a tener problemas en bajarlo directamente de internet traducido en idioma español. Las licencias libres permiten a cualquiera que se lo proponga hacer las traducciones, modificaciones, mejoras y adaptaciones (trabajos derivados) y a su vez publicarlas bajo la misma licencia (para que otros puedan hacer lo mismo con la obra derivada) []
  4. Como la GNU GPL, GNU LGPL, Affero y otras que también figuran en el esta tabla comparativa de licencias en Wikipedia[]

Una vida de excesos

Hace unos días (aproximadamente 220) estuvimos charlando con Alberto sobre el “exceso de información” que venimos experimentando desde hace unos 20 años aproximadamente. Debido a que nuestras percepciones frente a este singular fenómeno resultan ampliamente contrastantes, juntos desplegamos un breve pero muy interesante un intercambio de ideas.. Aquí haré una breve reseña de las cosas que dijimos, y algunas reflexiones al respecto

Al referirse al exceso de información, Alberto lo presentó como un constante bombardeo de estímulos que somete nuestro entendimiento, sumergiéndonos en una interminable vorágine de sinsentidos. Según su paradigma, las consecuencias están a la vista, y son la falta de reflexión, la ansiedad, la impotencia y el ocaso de algunas buenas costumbres como la lectura, el silencio y la paciencia.

En lo personal, veo este escenario de una manera muy diferente. Nacemos con una capacidad innata para mimetizar (copiar aquello que percibimos), gracias a ella aprendemos a sonreír incluso antes de lucir el resplandor del primer diente, y la seguimos desarrollando mediante la observación, el diálogo, la lectura, la escritura y otros medios.

Nuestra amplitud de atención es limitada y vamos aprendiendo a filtrar estímulos a medida que crecemos, descartando aquellos que no nos interesan y seleccionando sólo aquellos que nos resultan de importancia. A muchos de nosotros nos habrá pasado que nos llevamos puesto un poste o una cabina telefónica por mirar alguna chica que se cruzaba en nuestro camino, y este es un claro ejemplo de distracción. Por fortuna, de las distracciones también se aprende, y la segunda vez que se nos cruce por la calle un señorita (esta incluso más exuberante que la anterior), tendremos la precaución de no llevarnos puesto el poste de luz que nos espera pacientemente a dos pasos de distancia. Por supuesto que este aprendizaje no es perfecto, y que de vez en cuando recibimos algún leve recordatorio de la lección (dependiendo de las circunstancias del caso y/o de las proporciones del mismo), pero creo que el ejemplo de atención, distracciones, y aprendizaje queda claro.

Haciendo un poco de historia, han pasado 200.000 años desde los primeros homo-sapiens, 10.000 años desde que comenzamos a cultivar la tierra, 8.000 desde la invención de la escritura, 560 desde la imprenta de tipos móviles, 41 desde la primer red interconectada (precursora de la actual Internet) y sólo 20 desde la primer red P2P (peer-to-peer o red entre pares). Todos estos cambios tecnológicos (en especial los posteriores a la escritura) fueron motivados por nuestra inherente necesidad de mostrar, compartir, copiar y aprender, incrementando significativamente tanto el volumen de información disponible como la cantidad de individuos con acceso a la misma.

Toda esa información devino en la cultura que fue transformando la manera en que vivimos, y si queremos hacer un mundo mejor, sólo lo alcanzaremos mediante la selección y difusión (copia) de aquellos valores culturales que representen a nuestros ideales.

Con el tiempo, espero que mejoremos nuestro talento para filtrar la información innecesaria (el tiempo es uno de los mejores filtros, y si no me creen, traten de recordar de qué hablaba algún programa de chismes hace un par de meses). Espero que con el tiempo podamos desarrollar nuestra capacidad creativa y dejar de atiborrar nuestras mentes con insulsos contenidos enlatados.

Bienvenidos al siglo del aficionado, tenemos fotógrafos que no son fotógrafos, escritores que no son escritores, directores de cine que nunca pisaron un estudio de grabación y generadores de opinión que nunca se afiliaron a un partido político. Hoy, por primera vez en la historia, cada uno de nosotros tiene el poder de conocer y cambiar la historia. Eso no significa que efectivamente todos podamos acceder al conocimiento universal (analfabetismo y otros limitantes mediante) ni que cada uno de nosotros vaya a cambiar efectivamente la historia, pero me parece que si lo comparamos la situación actual a cómo estábamos hace menos de 600 años, me parece que este siglo es un comienzo alentador. Otros dirán que soy un optimista compulsivo, y tal vez tengan razón.