Hagamos Paintball, no la guerra

Este sábado pintó lindo. Con invitación de Juan Pablo Viciconte, fuimos a Area 51 para festejar el primer año de vida del mejor campo de paintball que conozco. Estuvimos jugando unas cuarenta personas desde las 10:00 hasta las 14:00. Cortamos el juego porque a las dos de la tarde nos llamaron para comer un asado más tierno que un bebé jugando con su cachorro.

Para los que nunca jugaron paintball, se los sintetizo:

  1. Es un juego
  2. Participás voluntariamente
  3. Lo jugás con tus amigos
  4. En un ambiente ameno y controlado
  5. Por un tiempo limitado
  6. Sin poner en peligro tu vida

Es cierto que el paintball puede parecerse a una guerra, pero sería bueno diferenciarlo a través de algunas circunstancias que (a diferencia del paintball), sí se dan durante un enfrentamiento bélico:

  1. Una guerra no es un juego
  2. Aquellos que van a la guerra no lo hacen por voluntad propia, si se resisten pueden ser culpados de “traición a la patria” y por consiguiente, fusilados
  3. No podés elegir con quién vas a ir a la guerra, y difícilmente te encuentres allí con alguno de tus amigos
  4. Se desarrolla en un ambiente hostil y sin ningún tipo de control (no hay referee ni nadie para ayudarte cuando tenés algún problema)
  5. Su duración es incierta, y mucho mayor que la de un juego de paintball
  6. Perder tu vida en el campo de batalla casi tan fácil como morir en el videojuego Commando

A todo aquel que haya visto las películas de Rambo, le recomiendo jugar a este juego al menos una vez. Durante su transcurso podrá rozar la superficie de las atrocidades que guarda el profundo océano de la guerra. Fueron tan grandes las sensaciones vividas, que mi hermano Nicolás me contó que después de jugar, soñaba con el juego de paintball.

En el paintball aprendés que en muchos casos, cuando te alcanza un proyectil, ni siquiera podrás saber ni quién ni desde dónde fue que te lo dispararon. Es muy fácil morir en el frente de batalla y quedar trastornado de por vida. Creo preferible ser fusilado honrosamente antes que entrar a una pesadilla sin retorno. La guerra sería una pesadilla en la que mataría a otros como yo para defender intereses ajenos que sólo benefician a políticos, financistas y fabricantes de armamentos.

Juguemos paintball, aprendamos de la guerra, y si nos llaman, entonces no vayamos; no vale la pena.

Al margen… Estuve jugando un rato con una máscara “Vents” usada. Espero algún día retribuirle su gentileza al que me la prestó.